Las técnicas, el simbolismo y los elementos culturales asociados al
batik –tejido de algodón y seda teñido a mano– jalonan la existencia de
los indonesios desde su nacimiento hasta la muerte: los niños pequeños
son transportados en canguros de batik ornados con símbolos destinados a
traer la buena suerte, y los difuntos son amortajados con sudarios de
batik. Los atuendos de batik con motivos diseñados para la vida diaria
se suelen llevar en los medios profesionales y universitarios, y otras
variantes con motivos especiales se destinan a los vestidos de boda, las
mujeres embarazadas, los teatros de marionetas y otras formas de
expresión artística. Las prendas de batik desempeñan incluso un papel
importante en determinados rituales como las ofrendas en las que se
arroja “batik real” en el cráter de los volcanes. El batik lo tiñen
artesanos, orgullosos de su oficio, que dibujan los motivos sobre el
tejido trazando líneas y puntos con cera caliente. Ésta resiste a los
tintes vegetales y de otro tipo, lo cual permite a los artesanos
efectuar el teñido de forma selectiva, empapando la tela de una solución
de color, quitando luego la cera con agua caliente y repitiendo la
operación del empapado con soluciones de otros colores tantas veces como
desean. La gran diversidad de motivos traduce la diversidad de
influencias, que van desde los caracteres de la caligrafía árabe hasta
las composiciones florales europeas, pasando por los fénix chinos, los
cerezos en flor japoneses y los pavos reales indios o persas.
Transmitido con frecuencia de padres a hijos a lo largo de generaciones,
el arte del batik no sólo está íntimamente ligado a la identidad
cultural del pueblo indonesio, sino que además expresa su creatividad y
espiritualidad a través del significado simbólico de sus colores y
diseños.
El batik indonesio fue inscrito en 2009 sobre la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.